La reglas para ser un buen ciudadano son muy sencillas. Cosas como «no pase», «no rebase la linea amarilla», No te pases el «alto», en fin!
El tipo de cosas a las que nadie hace caso. Digamos que son tan sencillas que mejor hay que hacerlas de lado y enfocarse en lo realmente complejo, por ejemplo, pasar la calle cuando los carros tienen la luz verde y avanzan a gran velocidad. Eso si es un verdadero reto!
Pero bueno! Y qué pasa cuando decides que es momento de cambiar? Cuando decides que el planeta gira hacía el lado correcto y que el semáforo no es lo único feliz en este mundo?
Llegas al final de la banqueta, miras el semáforo peatonal en rojo y esperas tranquilamente tu turno para pasar, pero… El semáforo nunca cambia a verde!!!
Esperas y esperas y esperas y esperas hasta que te das cuenta que llevas 10 minutos y el semáforo no cambiará jamás. ese es el momento en que tomas valor y te lanzas contra el flujo de automóviles que vienen a toda velocidad. Esquivas perros, niños, bicicletas, motos, autos, patrullas, camionetas, combis, camiones, tanques, buques, aviones, trenes, hormigas… Hasta que llegas al otro lado sano y salvo!
Jadeas, respiras y terminas la mentada que empezaste en el segundo carril, mientras te preguntas:
¿Debo ser un buen ciudadano? – Ni ma….
¿Cómo?